EPILOGO



EPILOGO    (del 6 al 11/05/2013)

No hay historia que se precie que no tenga epílogo. La nuestra no queríamos que tuviera, o fuera muy corto, pero el destino es inexorable y de nada sirven nuestros deseos.
Así que al final nos sale un largo epílogo:

Hacia la frontera iraní:

Como conocéis, el día 5 en Rasht, decidimos volver directamente para Turquía. Paramos a dormir en Tabriz. La primera ciudad que visitamos en nuestra entrada a Irán y de la que guardábamos buenos recuerdos.


Al día siguiente, a 5 kms de la ciudad en dirección a la frontera, el coche produce un ruido seco, seguido de un poco de ‘gallinero’ metálico y dice hasta aquí.
Aquí 'chirrió'


Al final, el taller que anunció un problema de la transmisión, acertó.
En contacto con nuestro amigo Hossein de Isfahan, solicitamos una grúa hasta la frontera.

Llegamos a la referida y mi idea es que será rápido. Presentamos los papeles y el de turno da un respingo y dice que falta el sello de quitar las placas de matrícula iraní. El respingo lo di yo.
El coche no puede salir sin ese trámite. 
El trámite se tiene que realizar en la misma ciudad donde pusieron las placas, es decir Khoy. Necesitamos desplazarnos 140 kms de ida y otro tanto de vuelta.
Surge el ‘poli’ bueno y me dice que tranquilo que si algún policía me pide dinero no se lo dé y que hablaremos con el ‘jefe’, pero que hay que esperar.
Al fin aparece el jefe y después de que alguien exponga la situación en farsi, el jefe me dice en medio inglés que no hay problema que mañana se habla por teléfono con la policía en Khoy y todo se arregla.

El ‘poli’ bueno nos comenta que mañana vamos a Khoy y desde allí en contacto con su jefe, todo se arregla. Intento decirle que eso no le he entendido a su jefe, pero este es el momento de que el inglés no lo entiende muy bien y repite machaconamente que hay que ir.
Nos busca hotel, el más cutre del viaje y muy caro. Decimos que no y nos busca otro un poco más decente. Nos busca taxi para el viaje de mañana. Con la hora que es, ya todo nos da igual. Hemos quedado a las 7 de la mañana para ir a Khoy. 
A esa hora salimos para Khoy. Llegamos al cuartel de la policía y mi ‘amigo’ (así me llama él), en plan servil y con voz muy bajita le cuenta el rollo al mando intermedio. Este, que está comiendo de forma muy grosera un bocadillo de queso, le dice que él no va a llamar a nadie, que hay que traer el coche en una grúa y punto.
Me ahorro el reflejar todas las conversaciones con el jefe del mando intermedio y con el jefe del jefe. Todos dan la misma respuesta.
Después de que la tensión es máxima, se abre una pequeña ‘puerta’: puede ir un policía a la frontera y ver el coche, si todo es correcto allí firma el documento. Pero hay que pagar a la policía por el desplazamiento y el taxi de vuelta. Total 75€.
Digo que no, que me sale más barato una grúa. Mi ‘amigo’ me dice que recapacite, que mañana es fiesta local y está cerrado y pasado es viernes y está cerrado y….
Al final acepto. Cuando la operación se pone en marcha, de repente se para y no sé nada del por qué. Mi ‘amigo’ dice que espere 10 minutos. Llevo esperando 10 minutos desde las 9 de la mañana y son casi la una.
Al final me dice que el policía que iba a ir, pide 100€ y 35 del taxi.
No digo lo que dije y el recordatorio sobre la mierda de país y sus corruptos.
Al final y pensando en tres días en la frontera, con mal sabor de conciencia, acepté el juego.
Llama al policía y le dice que adelante. Nos desplazamos a la salida de la ciudad en sentido contrario y cuando no entendía nada, aparece un coche conducido por el policía primero con el que hablamos.
Mi ‘amigo’ me pide el dinero, pero, con un poco de calentura por mi parte, me bajo de nuestro coche y me voy al del poli, me siento a su lado y le doy el dinero (en €s).
El poli no sabe que hacer, no se atreve a coger el dinero, mi ‘amigo’ entra al asiento trasero y bastante descompuesto me dice que no se le puede dar €s que solo moneda iraní. Me coge de la mano la pasta y saca billetes iraníes que se los da al poli.
Este los coge, y en tono de regañar, le dice algo a mi ‘amigo’. Interpreto que va sobre qué pintaba yo allí. Termina de firmar el papel, lo sella con el sello que lleva en el bolsillo y cada mochuelo a su olivo.
Mi experiencia en los billetes iraníes me hizo ver que el pago al poli habían sido unos 3 millones de rials, es decir unos 75€. Coño, yo había pagado más.
A mi cabreo sordo se unió ahora mi cabreo ciego.
El final de esta subhistoria es que cuando estábamos a punto de pasar el coche a la frontera turca, mi ‘amigo’ me dice que si a él no le voy a dar algo de dinero por su trabajo. Le enseño una hoja de cuentas, que había hecho en el viaje de vuelta, en donde ponía el importe dado a él, menos el pago a la policía, y lo que sobraba.
Solo necesitó un segundo para entenderlo. Me amenaza con llamar al policía, Adela se tensa, yo le medio grito al ‘amigo’ que ya está bien y al final se va refunfuñando maldiciones.
Moraleja: en una aduana cuando alguien, incluso poli, se te acerque y haga de bueno, huye de él como de la peste, si puedes, y en todo caso intenta que el sablazo sea lo menor posible.


En la frontera turca:

Bueno, se acabó la pesadilla. En Turquía todo más fácil.
Ya nos habíamos puesto en contacto con nuestra compañía de seguros para llevar el coche a arreglar en un concesionario Toyota, y me habían dicho que les llamara cuando estuviéramos en Turquía. Lo hago y me dicen que en una hora estará la grúa para llevar el coche a Van, la ciudad con concesionario más próxima.
En la Aduana algo se tuerce. Quieren que descarguemos todo el equipaje. A ello empiezo, pero ahora que lo deje, luego que siga … entre ellos discuten y al final que no hace falta bajar el equipaje que lo pasan por rayos. Hay que moverlo a una dependencia especial y como el coche no puede ir por sus propias ruedas, quieren arrastrarlo. El pobre se queja tanto de sus ‘manos’ que al final lo dejan, … hasta que llegue la grúa, lo subamos y lo lleve a revisar por rayos.
Como la grúa no llega, nos invitan a pasar al cuerpo de guardia y allí estuvimos cerca de tres horas, pues la grúa nunca llegaba. Eso sí, nos invitaron a cenar con ellos.

Al final la grúa se presentó pasadas las 11 de la noche.

Carga el coche y a rayos. No vieron nada y después de unos 15 minutos nos permitieron partir.
En esta grua fue de la frontera a Van y de Van a Istanbul. Total, más de 2.000 kms.

 
Todavía no sabemos si es costumbre revisar por rayos un coche que llega incapacitado desde Irán o mi ‘amigo’ de la otra parte de la frontera y que acabo refunfuñando, dio un chivatazo para descabrearse un poquito.
El caso es que sobre las 12 de la noche partíamos hacia Van, a unos 200 kms, los dos conductores de la grúa y yo en la cabina y Adela subida en el Toyota como reina en cabalgata.
 Nos habíamos levantado a las seis de la mañana y nos acostábamos cerca de las cuatro de la madrugada. Día duro, tenso y de los que se aprende.

En el concesionario de Van:
Van nos pareció una ciudad muy bonita. Muy nueva, ordenada, limpia, al borde de un gran lago y con altas montañas a su alrededor.

Van, famosa por sus gatos con ojos a dos colores  

Llegamos al concesionario. Revisión. Una semana para tener las piezas y media para arreglarlo. Consulta con la compañía de seguros (en adelante Liberty). Conformes.
Después de un rato, vienen a decirnos nuevas noticias. En un inglés no fácil, creo entender la palabra ‘month’.
Me fui al servicio, aunque pienso que no hay relación.
Confirmo lo que creo entender y me dicen que sí, que ellos no tienen una experiencia grande con cambios automáticos y ni con estos coches y prefieren asegurar. En otras palabras, si me lo llevo les hago un favor.
Vuelta a consultar con Liberty y decidimos que mejor nos repatrían al coche y a nosotros y todos felices.
La misma grúa de ayer viene a por el coche para llevarlo a Estambul y nosotros cogeremos un vuelo a esa misma ciudad al final de la tarde.

Antes de partir, nueva llamada de Liberty. No es posible la repatriación o es muy complicada pues el coche y yo tenemos que salir juntos o hacer un papeleo ante notario con trascripción a ambos idiomas y …..  pare, pare, de acuerdo, lo dejamos arreglando en Estambul.
Decisión definitiva, el coche en Boston y nosotros a California.
Cuando esté arreglado, volveremos.

En Estambul y con multa anunciada:
   
Hoy, día 10, hemos estado visitando el concesionario que va a recibir esta noche al coche. Hemos quedado en volver mañana por la mañana para tener una valoración suya.
Luego hemos ido a Aduanas del aeropuerto a arreglar el papel de dejar el coche en Turquía mientras nosotros viajamos a España.
Todo ok. Bueno no todo. Quise aclarar la multa de las 390 liras turcas que nos pusieron en la frontera, al salir a Irán, y la aclaré. No fue por haber estado el coche más de 6 meses, cosa no real, sino porque el anterior sello de entrada lo habían puesto ‘en tránsito’ y eso es una validez de 7 días.
También me dieron la desagradable noticia de que el sello último, al entrar desde Irán, también lo han puesto para 7 días. En este caso es verdad que me lo dijeron y les dije que no era posible, y quedamos en que lo ampliarían por el plazo del visado. Empiezo a pensar que es una forma recaudatoria a pardillos como nosotros.
Le dije a la persona de Aduanas el poder corregirlo y me contestó que no era posible, que tendría que volver a pagar una multa al salir de Turquía.
Contentos por el anuncio, nos fuimos al centro de la ciudad. A hacer de turista en Estambul, lo cual sigue siendo un lujo, por lo bonita que es como porque sus precios empiezan a ser del mismo nivel.

Mañana, a las 19h20’ tendrá lugar el final definitivo de este epilogo, cuando embarquemos para Madrid

Sin otro particular, nos despedimos, agradecido público, hasta la próxima función.

Besos, abrazos y gracias por vuestros correos, los cuales siempre han sido portadores de dosis de ánimo al leerlos.

Adela y Julio

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